La circunstancia de ser una cartuja habitada me obligó a pintar esta acuarela desde un claro que había en la valla exterior. Tengo que decir que algún tiempo después tuve la suerte de conocerla interiormente y de admirar la vida de silencio y oración de los monjes que la habitan. En aquellos momentos utilizaba mucho la técnica de pintura sobre seco y así es como está realizada esta acuarela. Quise "homenajear" a los pinares que habían sido pasto del fuego años antes pintando a sus retoños; para darle más profundidad, incluí la silueta del monte de la derecha.
Me gusta este paisaje, me resulta familiar porque de niño me llevaban a pasear por estos lugares
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