Los tareas de labranza de los arrozales han finalizado. En los campos aún pueden verse charcos diseminados por aquí y por allá, vestigio de una inundación controlada que se repite cíclicamente. Las acequias que suministran el agua se encuentran a muy bajo nivel, como se puede apreciar por el fondo cenagoso y reluciente al sol de la mañana. El mismo paraje, la misma luz... y el mismo viento que el sábado pasado. Un paraje éste, de El Tremolar, en el extrarradio de Valencia, que ofrece numerosos encuadres pictóricos.
El visitante encontrará en este blog una selección de mis acuarelas sucintamente comentadas, y una lista de blogs y páginas web sobre pintura, literatura y religión, pues no en vano considero el arte como una manifestación del poder creador de Dios, que ha dotado al hombre de la capacidad de plasmar la belleza que le rodea. Para conocer al ser humano con sus ilusiones y esperanzas, y por ende, a su Creador, incluyo esos enlaces.
Amigo Antonio,esta acuarela es una autentica delicia,saludos.
ResponderEliminarMe alegra que te guste, Fernando. Las bellezas naturales son fuente de inspiración.
EliminarMe encanta. Estos campos quemados por el frío del invierno. Has conseguido un colorido manífico.
ResponderEliminarsaludos
Gracias por tu comentario, Aurora. Ciertamente hacía frío esa mañana. Y viento. Han sido días muy luminosos pero muy invernales.
EliminarMe gusta mucho sobre todo la zona de charcos y el cielo , un saludo .
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Karlitos, y me alegra que te guste.
EliminarPrecioso contraluz Antonio, muy bien trabajado, esos reflejos geniales, el conjunto muy pero que muy bueno.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos.
Muchas gracias, José Antonio. Hay días durante el invierno mediterráneo en los que la luminosidad es de tal intensidad que hacen posible estos resultados.
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