
Estamos en el Camí de Rabisanxo, en un espléndido día de otoño que en nada tiene que envidiar a uno de primavera, por luminosidad y por temperatura. Los colores fuertes y el agua tranquila enmarcan la cerca tras la que corretean unos caballos. Una mañana deliciosa compartida con otros miembros de la Agrupación de Acuarelistas de Valencia.
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