... para un barco que navegó libremente por las aguas del Atlántico, que bailó con el vaivén agitado o suave de las olas, y que cabalgaba rítmicamente en el mar como si fuera un caballito de feria. Hoy solo queda un barco destartalado, ligeramente escorado, abandonado en un embarcadero ruinoso, y en un mar que más parece una ciénaga apestosa. Desconozco dónde fue tomada la imagen publicada en Pinterest, pero me impactó al verla envuelta además en esa neblina grisácea, que acentúa más aún la sensación de abandono.
Acuarela pintada en papel Saunders satinado, de 31 x 41 cm, y acuarelas Sennelier.
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