La imagen descarnada "y en su mitad podrido" de los restos de lo que un día fuera un majestuoso eucalipto ha traído a mi memoria el conocido poema "A un olmo seco", de Antonio Machado. Ruina vegetal de un viejo guardián del camino que conduce a la finca, ha querido quedarse con su mutilado y carcomido tronco, fiel hasta sin vida. Alguna vez rebrotará y podremos decir con Machado "(...) quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera."
El visitante encontrará en este blog una selección de mis acuarelas sucintamente comentadas, y una lista de blogs y páginas web sobre pintura, literatura y religión, pues no en vano considero el arte como una manifestación del poder creador de Dios, que ha dotado al hombre de la capacidad de plasmar la belleza que le rodea. Para conocer al ser humano con sus ilusiones y esperanzas, y por ende, a su Creador, incluyo esos enlaces.
Me gusta mucho esta acuarela, Antonio! ...los detalles son precioso.
ResponderEliminarun saludo
Me alegra que te guste, Hilda. El encuadre tenía su encanto.
EliminarAntonio, magnífica descripción y de la acuarela presentada.
ResponderEliminarGracias, Juan. Lo cierto es que la imagen del tronco "carcomido y polvoriento" del primer plano facilitaba la poesía.
EliminarMuy buena acuarela y acompañamiento poético.
ResponderEliminarMuchas gracias, Guillermo, por tu comentario. El mérito de la poesía corresponde, como ya explico, al gran Antonio Machado.
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