Cuando uno se aproxima al puerto de Catarroja, llaman la atención unos grandes depósitos de grano, a los que si don Quijote viera, no dudaría en atacar como si de nuevos y peligrosos gigantes se tratara. Sea como fuere, allí están, en medio de los campos, rompiendo la silueta plana de los arrozales. Un viejo árbol nacido a la vera de una acequia parece disputar en grandiosidad. Lo consigue al menos en estética.
El visitante encontrará en este blog una selección de mis acuarelas sucintamente comentadas, y una lista de blogs y páginas web sobre pintura, literatura y religión, pues no en vano considero el arte como una manifestación del poder creador de Dios, que ha dotado al hombre de la capacidad de plasmar la belleza que le rodea. Para conocer al ser humano con sus ilusiones y esperanzas, y por ende, a su Creador, incluyo esos enlaces.
Una acuarela muy bonito... me gusta el arbol...bien natural!
ResponderEliminarun saludo....
Gracias, Hilda. Valía la pena detenerse en el árbol; es el verdadero protagonista de la acuarela.
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