Segado el arroz, los campos que un día deslumbraron por sus inmensas y tranquilas láminas de agua, primero, y por sus densas manchas de espigas verdes después, asemejan grandes barrizales en los que los antiguos surcos resisten a la espera de que un nuevo arado los deje listos para una nueva siembra. Y en este seco y soleado invierno, las luces y los reflejos se ponen al servicio de quien los quiera plasmar. Acuarela pintada en papel Fabriano, de 300 gr. y grano fino, con unas dimensiones de 38 x 28 cm.
El visitante encontrará en este blog una selección de mis acuarelas sucintamente comentadas, y una lista de blogs y páginas web sobre pintura, literatura y religión, pues no en vano considero el arte como una manifestación del poder creador de Dios, que ha dotado al hombre de la capacidad de plasmar la belleza que le rodea. Para conocer al ser humano con sus ilusiones y esperanzas, y por ende, a su Creador, incluyo esos enlaces.
Sabes captar muy bien la luz de Valencia. Muy bueno
ResponderEliminarGracias, Tina. Es un bonito halago.
EliminarUna acuarela precioso Antonio!
ResponderEliminarGracias, Hilda, por tu elogioso comentario.
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