¿Blanco, negro, gris, ocre, verde, violeta?... ¡de todo un poco! Cuando uno se enfrenta al reto de plasmar en papel o cartulina los colores de algunos animales, se tropieza con la dificultad de combinarlos adecuadamente para conseguir visos de realidad en la pintura. A veces, las manchas de color están muy difinidas; otras, no tanto, y se produce una suave transición de un color a otro, sin una frontera precisa. Es lo que me ha ocurrido con esta gatita que pululaba por el jardín Botánico de Valencia. Frente a los grises dominantes, el intenso verde de la naciente vegetación ha dejado su toque de color en las penetrantes pupilas, que miran con curiosidad lo que ocurre a su alrededor. Pintura realizada con barritas de pastel Rembrandt y lápices Faber - Castell sobre papel Canson, color gris plata.
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